martes, 19 de agosto de 2008

Lo ridiculo del tiempo


Que ridículo es esto del tiempo... Cómo lo vivimos, cómo lo pensamos, cómo lo calculamos... ¿Cuánto es mucho tiempo? ¿Cuánto es poco? ¿Es mucho una hora?¿ Es mucho ocho años? ¿Es mucho un mes, tres meses... mil meses? ¿Cuánto puede uno esperar, cómo se determina la espera? ¿Cuándo se dice ya espere demasiado? ¿Cómo se miden las horas, los días, los minutos prudenciales para los sentimientos? Para que pasen, para que revivan, para olvidar lo malo y ver lo bueno, para apostar al amor o al desamor...



Que ridículo es el tiempo....

Relojes

Un fama tenía un reloj de pared y todas las semanas le daba cuerda CON GRAN CUIDADO. Pasó un cronopio y al verlo se puso a reir, fue a su casa e inventó el reloj-alcachofa o alcaucil, que de una y otra manera puede y debe decirse. El reloj alcaucil de este cronopio es un alcaucil de la gran especie, sujeto por el tallo a un agujero de la pared. Las innumerables hojas del alcaucil marcan la hora presente y además todas las horas, de modo que el cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya sabe una hora. Como las va sacando de izquierda a derecha, siempre la hoja da la hora justa, y cada día el cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas. Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa violeta del centro el cronopio encuentra un gran contento, entonces se la come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero.

Julio Cortázar - en Historias de Cronopios y famas

1 comentario:

silente dijo...

No olvides guardar un poquito de tiempo para vos, antes de que se te acabe gastándolo en olvidos.